«Lo que tú quieras oír» se ha convertido en todo un fenómeno desde que hace dos años vió la luz en el horizonte cibérnetico. ¿Eres como Santo Tomás y si no lo ves no lo crees? Pues echale un vistazo a este enlace y fijate en la friolera de personas que lo han visto. Restrigate bien los ojos. Lo has visto bien 5,443,369. Yo también lo he pensado: ¿y cómo lo ha conseguido? Me alegro de que me hagas esa pregunta, querido Watson. Lo primero: con una buena historia que contar, una historia que hace que explote algo dentro de nosotros, que no necesita tanques, ni misiles, ni chulitos de gimnasio, para dejarnos con la boca abierta. Lo segundo: con una actriz como un piano, un contrabajo y toda la orquesta. Lo tercero: una banda sonora que hará que f(e)lipes (compuesta por «algunos hombres buenos»). Lo cuarto: una fotografía que es un manjar para los ojos. Y lo quinto -y nos dejamos lo último para el final-: una flamante licencia copyleft provista por Creative Commons.
¿Y qúe tiene que ver eso con la calidad del corto? Pues con la calidad del corto nada, pero esta nueva forma de distribuir cine de la que «Lo que tú quieras oír» es pionera es España, ha posibilitado que 5,443,369 personas hayan podido disfrutar de esta obra audiovisual desde la pantalla de la mesa de su ordenador, allá dónde estuvieren. 5,443,369 de personas…. !Joder hermano! Ya ves, pero… ¿por qué te vuelves a frotar los ojos si ya lo habías visto antes? Es que se me ha metido algo en el ojo. Ah vale, pero sigue leyendo, te aseguro que todo ese público es més del que cualquier otro corto producido en España puede llegar a soñar. Ya te digo, es que parecen las cifras de un Madrid-Barcelona.
¿Y seguro que no me va a salir ningún cobrador del frac de la SGAE pidiéndome pasta por tenerlo en el ordenata? Pues no, creo que el autor pretende que la máxima gente posible disfrute de su obra. Eso es amor al arte. Sí, y al resto de personas y a la cultura. ¡Para que luego digan que en el cine está todo inventado! Ya ves. Aquí la web oficial del cortometraje, y también una entrevista con su director, Guillermo Zapata, que también tiene un interesantísimo blog.
Pero esto yo ya lo vi…
cuando le llega la carta a la vecina de Amelie.
Jejeje… más razones aún para apostar por una licencia libre: el conocimiento y el arte se producen en un contexto social, y en muy raros casos son producto de la genialidad individual. Si esto es así, lo que parece más razonable es registrar las obras con licencias que, de forma explícita, reconozcan este hecho y faciliten el acceso comunitario a las mismas. Si «Lo que tú quieras oír» está influenciado por Amélie y por otros tantos influjos culturales, me parece un acierto haberlo asumido apoyándose en una licencia que favorece su disfrute colectivo.
Lo que no tendría sentido es que, por ejemplo, desde sambadarua grabáramos un disco en el que sonaran estándares y patrones rírmicos tradicionales de samba, de los que por supuesto no somos creadores -y, si me apuras, somos regulares intérpretes-, y que le cascáramos un flamante copyright al producto resultante atribuyéndonos todos los derechos sobre el mismo. Por eso seguimos insistiendo en lo mismo: samba sunt communia!