San Isidro Labrador… quita el agua y pon el Sol!

En la Edad Media, Madrid fue villa de labradores, artesanos y comerciantes. De aquellos tiempos en que los hombres cultivaban la tierra se produjo el apego por un labrador: San Isidro, que la devoción del pueblo eligió como patrono y que es también patrono de todos los agricultores. Su fiesta se celebra el 15 de mayo y se le honra con festejos que tienen características tradicionales y populares.

Isidro nació en Madrid en el año 1082. Como tantos otros hombres de su tiempo laboraba la tierra, pues de ella extraía lo necesario para el sustento. Pero, carente de bienes, trabajaba para otro: Iván de Vargas.

Según cuenta la leyenda, un día de verano Vargas le pidió a Isidro agua para calmar la sed. Él se arrodilló y dijo: «Cuando Dios quería, aquí agua había». Entonces, brotó agua cristalina, fresca y con propiedades curativas. Por ese suceso comprendió, que poseía facultades no comunes y capaces de hacer el bien a sus semejantes.

Para los madrileños del siglo XIX, la fiesta de San Isidro constituía un jubiloso acontecimiento. A orillas del río Manzanares se extendía La Pradera, sitio donde se encontraba la ermita en honor del santo y la fuente del agua milagrosa.

En ese lugar se reunía casi todo Madrid para participar de la Romería. Desde la Puerta del Sol salían coches de caballos y multitudes a pie, mientras las campanas de la ermita repicaban llamando a los fieles Una compacta muchedumbre se instalaba en La Pradera, en la cual se diseminaban puestos en los que era posible hallar campanillas, golosinas, pasas, roscones de pan duro, rosquillas y churros. La alegría era general, y luego de beber agua de la fuente del santo se montaba en carruseles y tiovivos, se visitaban las barracas con gigantes de cartón y enormes mujeres y se bailaba el chotis.

La Pradera sigue estando ahí, pero los tiempos han medrado parte de su edificación y hoy la cruza el intenso tránsito del Madrid moderno. Aquella tradición de romería y de visita al santuario se fue perdiendo, pero así su carácter de fiesta jubilosa. Durante ocho días se celebra la Fiesta del Patrono, que se inicia con la lectura de un pregón, que está a cargo de un escritor o de un personaje famoso de la vida pública. El acto tiene lugar en el balcón de la Casa de la Panadería, en la Plaza Mayor. Se suceden luego recitales de música, certámenes de pintura, teatro para niños y mayores, títeres, concursos deportivos, verbenas, exposiciones, ferias gastronómicas, fuegos artificiales y muchas otras atracciones.

No tires tu tiempo… ni tu ropa… Comp@rte!!

En estos tiempos que corren, nadie da nada gratis…
Nadie cede su tiempo sin algo a cambio…
Nadie sostiene una mano…

Todo lo que das, lo recibes...

O no.

Puede ser que algo esté cambiando, que una nueva era llegue… Que el color indigo brille en los ojos de más de uno, algo transmute y junto al trueque, se reinvente…
Son los bancos de tiempo, que no son otra cosa que un sistema de intercambio de servicios. Tu arreglas mi ordenador, y yo arreglo tu espalda. Simple, a la vez que perfecto. La frase ‘la unión hace la fuerza’ cobra aquí todo su esplendor, mostrándonos que el saber es poder, y que compartirlo nos hace libres…

Desde Madriz nos llega la iniciativa Bancos del Tiempo de Madrid, donde os podéis registrar y empezar a disfrutar del beneficio de dar. Echarle un ojo, porque estos proyectos ya están en marcha en otras ciudades y funcionan a la perfección. ¿Cuantas veces os habéis quejado de no tener dinero para hacer algo? Invierte tu tiempo en el banco my friend, pero en uno humano, be light.

Desde el Patio Maravillas surge otra idea que bien roza lo orgásmico, socialmente hablando. Se trata de la tienda gratis SinCoste. Un espacio donde puedes llevarte ropa o utensilios, completamente libre; si quieres aportas algo, o sino ayudas a su gestión. No hay dependientes, así que procura dejarlo todo tal y como lo encuentras. Puedes pasarte los Martes, Miércoles y Jueves de 19 a 21:30 hrs.

MUCHA SAMBA! - POCO TRABAJAR!!

La tiranía de la elegancia

Todos somos cómplices y víctimas de la presión social que nos encasilla, condiciona y oprime, desde el momento en que aceptamos los roles y valores intrínsecos de una cultura o contexto en el que nos hallemos.

Partiendo de esta premisa, la libertad individual de cada cual se ve sujeta a ciertas restricciones, a veces impuestas, a veces auto aceptadas en pro de un beneficio, generalmente monetario, pero también de prestigio o reconocimiento social, que generalmente suelen ir ligados.

Así, se instalan ciertos cánones, ya no sólo de comportamiento, sino también estéticos, que determinan el nivel de aceptación social según se satisfaga la necesidad de acatar y ejemplificar esos valores. En este campo, todos sufrimos ante la idea de aparentar ser quienes no somos, así como de vestir con aquello, que no sentimos acorde o en sintonía con nuestro ser. Menos en sociedad.

Formando parte de un grupo social o un estado, el juego parece ser reducir lo que uno tiene de individual, lo que le hace ser diferente de sus iguales y que lo hace único: Su elección.